Todo empieza con un papel… y no es el menú
Montar un bar parece fácil hasta que te enfrentas a lo verdaderamente importante: los papeles. No hablamos de la carta de tapas ni de las servilletas. Hablamos de permisos, normativas, requisitos legales y, sobre todo, de esa palabra que suena aburrida pero que es la que decide si puedes abrir o no: la licencia. Sin ella, todo lo demás es humo.
Un paso en falso y el bar se queda en maqueta
¿Tienes ya el local? ¿Has elegido la barra, las mesas y el tirador de cerveza? Genial. Pero si no arrancas por donde toca, puedes perder tiempo y dinero. Antes de meter un solo taburete, tienes que saber qué permisos exige tu Ayuntamiento, qué normativa afecta a bares con cocina o sin ella y qué trámites son clave para no tener problemas más adelante. Aquí es donde entra el bendito (y temido) mundo de las licencias.
Lo primero que necesitas: la licencia de apertura
Este es el punto de partida. La licencia de apertura es lo que certifica que tu bar puede abrir sus puertas al público. No es algo que se consigue de un día para otro. Hay que presentar documentación técnica, planos del local, cumplir requisitos de accesibilidad, ruido, ventilación, aforo… y tenerlo todo bien clarito. Si tu local no cumple, olvídate de servir la primera caña. Es el permiso que da luz verde a la actividad, y sin él, estás jugándote una sanción seria.
Qué es y para qué sirve la licencia de actividad
Una cosa es abrir el local y otra es qué vas a hacer dentro. Aquí entra la licencia de actividad, que es la que permite desarrollar una actividad concreta en ese espacio. No es lo mismo abrir un bar con cocina que uno solo con bebidas. No es igual un bar musical que un bar restaurante. Cada tipo de actividad tiene sus propios requisitos, y si no tienes clara la categoría de tu negocio, puedes pedir una licencia que no te sirve. O peor, te la deniegan tras invertir dinero. Así que ojo, porque esta licencia marca las reglas del juego.
No confundas conceptos: también existe la licencia apertura
Aunque suene parecido, hay una diferencia clave entre licencia apertura y licencia de actividad. La primera es más general: habla del permiso del local como espacio apto para funcionar. La segunda entra en los detalles de lo que vas a hacer dentro. Aun así, ambos trámites suelen ir juntos. Por eso, lo mejor es gestionarlo todo a la vez y con asesoramiento. Porque sí, puedes hacer las cosas por tu cuenta, pero como metas la pata con los papeles, la apertura puede retrasarse meses.
Trámites: ¿por dónde empiezo?
Todo comienza en el Ayuntamiento de tu ciudad. Necesitarás presentar un proyecto técnico firmado por un profesional, una memoria descriptiva del negocio, y en algunos casos, un certificado acústico o de medidas contra incendios. Cada Ayuntamiento tiene su propia normativa, pero el proceso suele incluir una visita de inspección y la validación del cumplimiento de los requisitos técnicos. Y si estás en una zona histórica o protegida, cuidado, porque puede haber restricciones adicionales.
No te saltes los requisitos de seguridad
Abrir un bar implica responsabilidad. No es solo tener copas y camareros. Tienes que garantizar salidas de emergencia, buena ventilación, iluminación adecuada, accesos para personas con movilidad reducida y, por supuesto, protección contra incendios. Aquí es donde entran los extintores, detectores y, en algunos casos, sistemas de extracción automática en cocinas. Si te saltas esta parte, no solo no te dan la licencia: puedes tener problemas legales serios en caso de inspección o incidente.
¿Cuánto cuesta conseguir la licencia?
El coste depende del tipo de bar, del tamaño del local y de los informes que necesites. Solo el proyecto técnico puede rondar entre 500 y 1.500 euros. A eso súmale tasas municipales, que varían según la localidad. En total, puedes estar hablando de unos 1.500 a 3.000 euros si lo haces todo bien desde el principio. Es dinero, sí, pero es mucho menos que lo que puedes perder si haces reformas sin permisos o abres sin papeles.
¿Cuánto se tarda?
Depende del Ayuntamiento y del tipo de actividad. Si todo va bien y el expediente está completo, puede tardar entre 1 y 3 meses. Pero si falta algo o hay errores en el proyecto, el plazo se alarga. Algunos Ayuntamientos permiten una apertura provisional mientras se tramita la licencia, pero eso también requiere cumplir ciertos requisitos mínimos. Lo ideal: no improvises. Hazlo bien desde el principio y te ahorras sustos.
Qué pasa si abres sin licencia
Abrir sin licencia es una bomba de relojería. Puedes enfrentarte a sanciones de hasta 60.000 euros, cierres forzosos y la obligación de desmontar todo lo que has montado. Y eso sin contar el daño a tu reputación o las reclamaciones si hay un accidente. No es un trámite decorativo. Es el salvavidas legal de tu bar. Sin él, estás fuera del juego antes de empezar. Literalmente.
Asesoramiento: la inversión que te salva
Muchos emprendedores intentan hacer todo por su cuenta para ahorrar. Y a veces lo consiguen. Pero la mayoría se encuentran con trabas, errores y vueltas innecesarias. Por eso, contar con una empresa especializada en licencias para bares es una inversión, no un gasto. Ellos conocen los requisitos, los técnicos, los plazos y los trucos para que no pierdas tiempo ni dinero. Y te lo digo claro: si vas a invertir en algo, que sea en hacerlo bien desde el principio.