Incendio en Parquesol deja una adolescente en el hospital
La noche del martes, cuando Parquesol dormía plácidamente, la tranquilidad saltó por los aires. A eso de las diez y media, una cocina —ese lugar donde se cuecen garbanzos y también desgracias— se convirtió en el epicentro de un susto mayúsculo. Calle Juan de Valladolid, número 9. El humo empezó a colarse por las rendijas, por las puertas, por las vidas.
Los inquilinos lograron salir a tiempo, todos menos una: una adolescente de 14 años tuvo que ser evacuada al Hospital Río Hortega con síntomas de intoxicación por humo. No fue el fuego, fue el humo. El enemigo silencioso. El que no ves, pero te arrincona.
El 112, los bomberos, la Policía… y la urgencia
Todo ocurrió con la rapidez con la que se tuestan unas tostadas mal vigiladas. Llamada al 112. Salen corriendo bomberos, Policía Local, Policía Nacional, los de siempre. Llegan. El edificio ya está desalojado. Pero hay que entrar. El humo seguía allí, imponiéndose. Los sanitarios del Sacyl atendieron a tres personas por inhalación. La joven fue la única trasladada al hospital. Un drama doméstico, de esos que no salen en las grandes portadas pero que a quien le tocan, le golpean con fuerza.
¿Tienes extintor en casa… o sigues jugándotela?
Porque esa es la pregunta: ¿tenemos extintor ABC en casa? No uno de adorno, uno real. Funcional. Cargado. Que esté donde tiene que estar. El fuego nació en la cocina, el lugar donde se fríen croquetas y se encienden tragedias. Una chispa, un despiste, un aceite que se calienta de más… y lo que era una cena se convierte en una pesadilla. No es alarmismo. Es sentido común. Comprar un extintor puede parecer innecesario… hasta que lo necesitas.
El susto se queda, aunque el fuego se apague
Además de la menor hospitalizada, una mujer de 62 años y un hombre de 63 también fueron atendidos allí mismo. No necesitaron traslado, pero el sobresalto nadie se lo quita. Sirenas, gritos, tensión… los vecinos de Parquesol no van a olvidar fácilmente esa noche.
Esto no va de infundir miedo, va de prevenir. El fuego no avisa, pero tú sí puedes estar preparado.