Campana extractora ardiendo en Ribadeo: el humo que reveló el fallo invisible

Campana extractora ardiendo en Ribadeo: el humo que reveló el fallo invisible.

Cuando el olvido se mezcla con grasa y termina en sirenas

Mediodía. Una hora en la que el aroma del guiso suele reconfortar y no alarmar. Pero ayer, en una vivienda de A Devesa, en el término municipal de Ribadeo, la escena cambió el guion. Una campana extractora comenzó a arder sin previo aviso, generando una densa humareda que salió con descaro al exterior y obligó a un vecino a marcar el 112. En minutos, el dispositivo de auxilio se activó con la precisión de un reloj suizo: bomberos, Policía Local y Protección Civil se desplegaron como si de una amenaza mayor se tratara. Y no era para menos.

Porque cuando la grasa prende, no hay diseño moderno que valga. El fuego no distingue entre modelos ni marcas. Solo exige una chispa, una negligencia, una oportunidad.

Grasa vieja, fuego nuevo: el enemigo duerme sobre nuestras cabezas

La escena de Ribadeo no es tan excepcional como quisiéramos creer. La campana extractora, ese electrodoméstico que reposa silencioso sobre nuestros fogones, puede ser tan útil como peligrosa si se ignoran sus necesidades de mantenimiento. Lo que debería ser un simple extractor de humos se convierte en una trampa inflamable cuando el tiempo, el uso y la desidia se acumulan en forma de grasa.

La grasa, sí. Ese residuo pegajoso, sordo y constante que se adhiere a los filtros campana extractora como si de una plaga invisible se tratase. A simple vista, puede parecer inocua, pero cuando el calor sube y el oxígeno encuentra su hueco, la combustión es casi una promesa.

Filtros campana extractora: lo que no se ve pero sí arde

A esta altura, nos detenemos en uno de los puntos más críticos de la tragedia evitada: los filtros campana extractora.

Los filtros son los encargados de atrapar la grasa suspendida en el aire, esa que no vemos pero que está ahí cada vez que freímos, asamos o simplemente cocinamos. Si no se limpian con regularidad, se convierten en el lugar perfecto para que el fuego nazca, se alimente y se propague. Un filtro saturado es, literalmente, una mecha en espera.

En viviendas particulares, se recomienda limpiarlos al menos una vez al mes. En entornos más exigentes, como restaurantes, bares o comedores, la frecuencia debe aumentar. El brillo del acero no es garantía de limpieza. La seguridad no entiende de apariencias.

Motor campana extractora: el corazón que también puede estallar

Llegamos a otro punto crucial del sistema: el motor campana extractora. El motor es el encargado de impulsar el aire hacia el exterior. Pero si trabaja forzado, si los conductos están obstruidos por grasa, si los ventiladores giran con dificultad, el sobrecalentamiento es inminente. Y con él, el riesgo de que un incendio comience desde el interior del sistema, lejos del alcance visual, en el peor momento posible.

Lo ideal es que este componente sea revisado cada seis meses por un profesional. Un ruido distinto, una disminución en la potencia de succión o incluso un olor a quemado sutil deben ser tomados como señales de advertencia. Porque cuando el motor campana extractora falla, lo hace sin misericordia.

Cocinas industriales: donde el fuego se respeta o se sufre

Ahora bien, es necesario abordar una realidad mucho más compleja: la de las cocinas industriales.

Allí, donde el calor es constante, el aceite nunca se enfría y los fuegos están encendidos todo el día, el riesgo se multiplica. Las campanas no descansan. Los filtros se saturan más rápido. Los motores trabajan sin tregua. Cualquier descuido, por mínimo que parezca, puede desencadenar un incendio que paralice un negocio entero en cuestión de minutos.

Es en estas cocinas donde la prevención debe ser política interna. Un protocolo, una exigencia, no una sugerencia. Planes de limpieza, revisiones programadas y formación del personal deben formar parte del ADN del local. Porque ahí, la diferencia entre una jornada rentable y una ruina asegurada, muchas veces, está en una campana extractora bien mantenida.

¿Cómo evitar otro Ribadeo? Mantenimiento, limpieza y sensatez

Lo de Ribadeo fue, con suerte, solo un susto. Pero podría haber sido mucho más. Por eso, quienes trabajamos con fuego, grasa y extracción, debemos tener presente algunos principios básicos de seguridad:

  • Limpieza frecuente de los filtros, al menos cada 15-30 días en viviendas y semanalmente en locales comerciales.

  • Revisión del motor y los conductos de extracción por profesionales acreditados.

  • Instalación de detectores de calor o sensores automáticos que corten el suministro eléctrico si se detecta una anomalía.

  • Uso de materiales ignífugos y filtros homologados.

  • Formación continua a quienes utilizan estos equipos diariamente.

La grasa no aparece de golpe. Es el resultado de la rutina. Y como tal, se puede prevenir.

Lo invisible también arde, lo olvidado también mata

La noticia de Ribadeo no es solo una anécdota local. Es un aviso. Un aviso para todos los que tienen una cocina, para todos los que creen que su hogar está a salvo porque no ven el problema.

El fuego no necesita una excusa. Solo una oportunidad. Y esa oportunidad, muchas veces, se la damos nosotros. Por no mirar hacia arriba. Por no limpiar. Por no llamar al técnico. Por confiar en que “eso nunca pasa”.

Pero sí pasa. Y cuando pasa, las llamas no preguntan. Solo avanzan.