Descubren un material basado en algas que produce electricidad y protege contra el fuego

Descubren un material basado en algas que produce electricidad y protege contra el fuego

La ciencia, a veces, nos regala giros de guion que parecen sacados de una novela de anticipación. Y este hallazgo es uno de ellos. Un equipo internacional de investigadores ha desarrollado un material con base en algas marinas y nanotecnología que no solo genera electricidad, sino que también actúa como un escudo frente al fuego. España ha tenido un papel destacado en esta investigación a través del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM-CSIC), demostrando que la innovación también puede tener un acento propio.

Un avance que rompe con lo previsible

Hasta hace poco, pensar en un material capaz de ofrecer aislamiento térmico, conductividad eléctrica y resistencia ignífuga era casi un oxímoron. O se aislaba el calor, o se conducía la electricidad, o se buscaba seguridad contra el fuego. Todo junto sonaba a exceso de optimismo. Pero la combinación de alginato, extraído de algas marinas, y MXenes, compuestos bidimensionales con propiedades eléctricas cercanas al grafeno, ha permitido materializar lo que parecía imposible.

De pronto, una espuma ligera, porosa y flexible se convierte en candidata a revolucionar la construcción sostenible y la protección contra incendios. En un futuro no tan lejano, nuestras casas podrían autogenerar electricidad, mantener temperaturas estables y avisarnos antes de que un incendio se descontrole. Y todo ello con un material que tiene su origen en las profundidades marinas.

La importancia de las ignifugaciones en el presente

No es casual que uno de los grandes debates arquitectónicos de nuestro tiempo sea el de las ignifugaciones. La mayoría de los aislantes térmicos utilizados en la actualidad son inflamables, y aunque existen retardantes de llama, suelen contener componentes tóxicos y contaminantes. Aquí entra en escena este nuevo material: naturalmente ignífugo, biodegradable y no dependiente de químicos dañinos. En un escenario donde cada incendio urbano se convierte en un drama social, la aparición de alternativas como esta adquiere un valor incalculable.

De hecho, la necesidad de reforzar la seguridad de edificios, hospitales o centros educativos es tan evidente que ya existen soluciones como el aislamiento ignífugo, diseñado para proteger estructuras cumpliendo estrictamente con las normativas contra incendios. Este nuevo material, si llegase a consolidarse, no haría sino potenciar aún más esa línea de trabajo.

Eficiencia energética y sostenibilidad

Uno de los aspectos más relevantes es el impacto en términos de eficiencia energética. Hoy en día, aproximadamente un 25% del consumo mundial de energía se destina a climatizar edificios. Fabricar y mantener materiales aislantes añade otro gasto considerable. Este nuevo compuesto ataca ambos problemas: reduce la pérdida de energía y, al mismo tiempo, la genera. Suena a revolución verde, y lo es. La arquitectura sostenible se redefine con propuestas que, además de ser seguras frente al fuego, son productivas en términos energéticos.

Y aquí es donde el vínculo entre sostenibilidad y seguridad se vuelve inseparable. Ya no basta con construir viviendas que consuman menos energía: es imprescindible que estén preparadas para resistir los riesgos más comunes, entre ellos, el fuego. Una apuesta por el futuro que, si se integra en la normativa, puede marcar un antes y un después.

Un material poroso con múltiples posibilidades

La clave del éxito de esta espuma está en su estructura porosa. La porosidad no solo aligera el material, también potencia su capacidad aislante y su resistencia mecánica. Pero la historia no acaba ahí: los MXenes que se integran en su interior permiten que, además, conduzca electricidad. De esta forma, un simple muro construido con esta espuma podría convertirse en una fuente de energía autónoma para un hogar.

La investigación, publicada en la revista Nanoscale Horizons, recoge el testimonio del investigador Bernd Wicklein: “Queríamos estudiar cómo la porosidad influye tanto en la generación de carga como en la retención de calor”. Y lo que encontraron fue algo mucho mayor: un material polifacético capaz de cambiar las reglas del juego.

En este contexto, los avances en ignifugaciones se presentan como una pieza esencial del puzzle. Si las espumas de algas se consolidan como opción de futuro, podrían integrarse en sistemas de protección pasiva y activa de edificios, elevando la seguridad a un nivel nunca visto.

El dilema de los aislantes inflamables

Conviene recordar que el gran talón de Aquiles de la arquitectura moderna es la inflamabilidad de los aislantes. Muchos de los materiales utilizados se comportan como gasolina cuando se ven expuestos al fuego. Y las soluciones hasta ahora pasaban por añadir retardantes que, en muchos casos, son tóxicos y dejan un legado contaminante. El alginato de algas, sin embargo, rompe esta dinámica: es ignífugo por naturaleza y biodegradable, lo que elimina de raíz la dependencia de químicos peligrosos.

Pero no es solo cuestión de resistencia. La combinación de algas y MXenes permite que la espuma funcione como un sensor inteligente de incendios. Al detectar aumentos bruscos de temperatura o cambios en su conductividad, el material puede integrarse en redes eléctricas que activen alertas automáticas. Un escudo que, además de aguantar el fuego, avisa antes de que la tragedia ocurra.

La promesa de la protección pasiva contra incendios

Cuando hablamos de incendios en edificios, el concepto de protección pasiva es fundamental. No se trata solo de reaccionar al fuego, sino de preparar las estructuras para que resistan el mayor tiempo posible sin propagar las llamas. Aquí es donde este nuevo material basado en algas muestra un potencial extraordinario: combina lo mejor de un aislante, un generador de energía y un sistema de seguridad preventiva.

De hecho, no cuesta imaginar un futuro en el que esta tecnología se sume a las actuales estrategias de protección pasiva, ampliando las opciones de seguridad y reduciendo riesgos en construcciones de todo tipo: desde viviendas particulares hasta aeropuertos o complejos industriales.

MXenes: el ingrediente inesperado

Los MXenes, compuestos bidimensionales de titanio y carbono, no son todavía tan conocidos como el grafeno, pero prometen incluso más. Conducen electricidad como los metales, se dispersan en agua con facilidad y poseen propiedades ópticas, térmicas y catalíticas de enorme interés. Integrarlos en una espuma basada en algas es, en sí mismo, un ejercicio de audacia científica.

Además, su grosor, de apenas uno o dos nanómetros, permite que el material resultante se flexione sin romperse, un detalle clave para su aplicación en arquitecturas complejas. No hablamos de un bloque rígido, sino de una espuma que puede adaptarse a superficies y diseños innovadores.

Un camino hacia la seguridad y la sostenibilidad

El testimonio de los investigadores resume bien el espíritu de este hallazgo: sostenibilidad, seguridad y eficiencia energética en un solo producto. En un mundo marcado por el cambio climático, el encarecimiento energético y la creciente exigencia de seguridad en la construcción, este material abre una ventana de esperanza.

Si llega a aplicarse de manera masiva, podríamos estar asistiendo al nacimiento de una nueva era en la arquitectura. Una era en la que las ignifugaciones no solo protejan, sino que produzcan energía y ofrezcan ventajas medioambientales incuestionables. Lo que hasta hace poco parecía ciencia ficción, hoy empieza a vislumbrarse como una opción real.

Descubren un material basado en algas que produce electricidad y protege contra el fuego. Detrás de ese titular hay más que un hallazgo científico: hay un anticipo de cómo podrían ser nuestros hogares y edificios en las próximas décadas. Lugares más seguros, más eficientes, menos contaminantes y, sobre todo, preparados para resistir los desafíos que nos esperan.