De la normativa a la innovación: así se presentan los collarines intumescentes en los congresos de incendios en España

Collarines intumescentes: la barrera invisible que salva vidas.

La importancia silenciosa de un dispositivo crucial en la protección contra incendios

A veces, lo verdaderamente importante no se ve, ni se presume, ni se luce en escaparate. Está ahí, callado, esperando el momento para demostrar que es indispensable. Como los collarines intumescentes, unos anillos de acero que, sin pedir permiso, se inflan como un pulmón valiente cuando el fuego hace su aparición. Y lo hacen para defender lo más esencial: la vida, la integridad de un edificio y, en muchos casos, el alma de un negocio.

En este país de tabiques de pladur, de reformas exprés y de instalaciones ocultas tras una capa de pintura plástica, hay un detalle que nunca puede pasarse por alto: la seguridad pasiva contra incendios. Y dentro de esa liga de los imprescindibles, el collarín intumescente es el portero titular. No se le ve, pero si llega el partido, lo para todo.

¿Qué es un collarín intumescente y por qué marca la diferencia?

El collarín intumescente es una abrazadera metálica, normalmente de acero inoxidable, diseñada para rodear tuberías de plástico como PVC, PE, HDPE o PP. En condiciones normales, nadie le presta atención. Pero cuando la temperatura sube —y no precisamente por el clima—, este se convierte en un auténtico escudo térmico.

Su interior contiene un material intumescente que, al alcanzar temperaturas superiores a los 140 °C, se expande con furia y rellena el hueco que deja la tubería al derretirse, evitando así que el fuego, el calor y los gases tóxicos se propaguen por los pasos de instalaciones. Es una defensa pasiva que actúa de manera activa cuando más se le necesita.

Tipos de tuberías protegidas por collarines intumescentes

En el ecosistema constructivo moderno, las tuberías de plástico son omnipresentes. Por su ligereza, resistencia a la corrosión y coste reducido, han sustituido a las de metal en muchas instalaciones. Pero su talón de Aquiles es precisamente ese: cuando hay fuego, se funden como mantequilla en sartén caliente.

Los collarines intumescentes están diseñados para proteger tuberías de PVC-U, PVC-C, PE, LDPE, MDPE, HDPE, ABS, SAN + PVC y PP. La versatilidad es su apellido. Pueden instalarse en paredes rígidas o flexibles, en techos o forjados, tanto en interiores como exteriores.

Cuando uno piensa en seguridad, debe pensar en totalidad. Y eso implica contemplar todos los tipos de tuberías protegidas por collarines intumescentes. Porque un sistema es tan fuerte como su eslabón más débil, y una tubería sin protección es una autopista para el fuego.

Collarines intumescentes normativa: lo que exige la ley

No se trata solo de sentido común. Se trata de ley. En España, el Código Técnico de la Edificación (CTE), en su Documento Básico de Seguridad en caso de Incendio (DB-SI), exige que las penetraciones de instalaciones —como las tuberías— en elementos compartimentadores (muros o forjados resistentes al fuego) mantengan su integridad.

Y aquí es donde los collarines hacen acto de presencia. La normativa europea EN 1366-3, aplicada también en España a través de la UNE-EN 1366-3, establece los métodos de ensayo para comprobar la resistencia al fuego de estos sistemas.

Los ensayos miden la capacidad del collarín para mantener su integridad y aislamiento térmico durante un periodo determinado, que puede oscilar entre 30 y 240 minutos, dependiendo de la exigencia del proyecto. Solo los dispositivos certificados superan estas pruebas de fuego —literalmente—.

Así, cuando se habla de collarines intumescentes normativa, no se hace en abstracto. Hablamos de un marco legal estricto que garantiza la calidad del producto, su instalación adecuada y su mantenimiento obligatorio.

El incendio en Sevilla y la relevancia de la protección pasiva

No hace falta irse muy lejos para entender por qué todo esto importa. Basta con recordar el reciente incendio en sevilla, donde la falta de compartimentación facilitó que el humo y el calor se colaran como sombras por los conductos. Los expertos, en sus valoraciones posteriores, subrayaron la ausencia de elementos pasivos que frenaran el avance del fuego.

Una situación evitable. Con una simple instalación, de coste ínfimo en comparación con los daños que se pueden producir, se habrían contenido las llamas en su origen. La diferencia entre un susto y una tragedia se mide, muchas veces, en milímetros de acero y grafito.

Cómo se instalan los collarines intumescentes: precisión sin complicaciones

La instalación de un collarín no es cirugía de alta complejidad, pero exige precisión. Se fija alrededor de la tubería mediante tornillos o remaches, normalmente en el lado del muro o suelo por donde podría pasar el fuego. El cierre se realiza mediante una pestaña metálica y un clip que aseguran la presión del anillo.

Un detalle importante: debe colocarse lo más próximo posible al muro o forjado, para garantizar su eficacia. No se trata de una recomendación, sino de una exigencia técnica que marca la diferencia entre cumplir o fallar.

Además, no vale con ponerlo y olvidarlo. La normativa exige inspecciones periódicas, ya que un collarín dañado, oxidado o mal colocado es como si no estuviera. Aquí, el mantenimiento no es un lujo, es una obligación.

Ventajas silenciosas pero contundentes

La lista de virtudes del collarín intumescente es larga. Desde su alta resistencia al fuego (hasta 240 minutos) hasta su capacidad para aislar acústicamente, pasando por su versatilidad de instalación en todo tipo de edificaciones.

Pero lo más importante es su eficacia contrastada. Funciona cuando hace falta. Y eso no se puede decir de todos los sistemas de protección.

Coste de los collarines intumescentes: invertir en lo que importa

¿Cuánto vale una vida? ¿Y un negocio? ¿Y la tranquilidad de saber que, si algo sucede, se ha hecho todo lo posible para evitar el desastre?

El precio de un collarín intumescente puede oscilar entre los 30 y los 260 euros, dependiendo del diámetro de la tubería, el nivel de resistencia requerido y las certificaciones del producto.

Puede parecer una inversión menor, pero sus beneficios son incalculables. Porque, cuando el fuego llega, no da avisos. Y en ese instante, lo que parecía invisible se convierte en el protagonista de la historia.

Los collarines intumescentes no son un añadido

Los collarines intumescentes no son un añadido, son una obligación moral, técnica y legal. Proteger las instalaciones con estos dispositivos es cumplir con la normativa, sí, pero también con la lógica de quien quiere dormir tranquilo.

Si todavía no los tienes, es hora de actuar. No esperes a que el humo te recuerde lo que no hiciste.