Fuego arrasa gimnasio en Castilleja de la Cuesta

Fuego arrasa gimnasio en Castilleja de la Cuesta: la tragedia que pudo evitarse

Castilleja de la Cuesta no es solo un nombre con sabor sevillano y aroma a pueblo que vive entre tradiciones y urbanismo de extrarradio. Es también hoy el escenario de una noticia que escuece como la llama que no se ve venir: un incendio ha reducido a cenizas un gimnasio en pleno corazón del Aljarafe. Ocurrió en el Low Fit, y lo que era rutina de cintas, mancuernas y spinning se convirtió en humo, sirenas y desalojos. Pero vayamos por partes, que lo que arde aquí no es solo la instalación, sino la conciencia sobre lo que pudo hacerse antes y no se hizo.

El fuego, de esos que no avisan pero arrasan, comenzó a media tarde, cuando el sol aún colaba luz entre los ventanales del local. Afortunadamente, no hay que lamentar víctimas. Ni trabajadores ni usuarios sufrieron daños físicos, lo que ya es decir en estos tiempos donde no siempre se actúa con diligencia. Se evacuó rápido, con cabeza. Y gracias a eso, hoy no estamos contando otra historia.

Pero que no haya víctimas no significa que no haya responsabilidades. El origen del incendio, aún bajo investigación, no oculta una verdad como un templo: los gimnasios, como cualquier instalación pública o privada de uso intensivo, deben contar con sistemas eficaces de prevención y extinción de incendios. Hablamos de extintores, detectores de humo, señalización, planes de evacuación… lo que marca la ley y lo que dicta el sentido común.

Uno se pregunta, en medio de este desastre, cuántos otros centros deportivos cumplen realmente con la normativa. ¿Hay extintores adecuados y revisados? ¿Los detectores de humo funcionan o son de esos que se desconectan por “molestar”? ¿Se hace simulacro alguno de evacuación o todo queda en un cartel con flechas hacia la salida? En este punto, conviene recordar que un extintor no es un adorno ni una imposición administrativa. Es una barrera entre el desastre y la salvación.

Una columna de humo y muchas preguntas

El incendio, visible desde varios puntos del municipio, obligó a la intervención inmediata de los bomberos. Dos camiones se plantaron en el lugar, junto a la Policía Local, que controló accesos y ayudó en la evacuación. Las llamas no alcanzaron el aparcamiento exterior ni afectaron a otras zonas comerciales adyacentes. Pero el interior del gimnasio quedó prácticamente inservible. Las salas de musculación, las bicicletas de ‘cycling’, todo pasto del fuego o, en el mejor de los casos, cubierto de hollín y ceniza.

¿Se podía haber evitado? Nadie lo dirá en voz alta, pero muchos lo piensan. Porque cuando uno invierte en pesas, máquinas y suelos de caucho, también debe invertir en seguridad. No basta con tener un sistema de ventilación moderno o luces LED: hay que contar con equipos certificados, revisados y operativos para actuar en los primeros segundos de una emergencia.

Los gimnasios, por su actividad intensa y su uso de materiales inflamables como moquetas, gomas o aparatos electrónicos conectados, no son precisamente espacios inmunes al fuego. Al contrario. Necesitan estar equipados con extintores para gimnasios diseñados para diferentes tipos de fuegos: eléctricos, sólidos o incluso grasas si hay cafetería. Y sobre todo, deben estar visibles, accesibles y mantenidos en condiciones óptimas.

Normativa, responsabilidad y prevención

La normativa actual exige una serie de medidas que no son optativas. Y no cumplirlas, además de ser un riesgo, puede acarrear sanciones de hasta 60.000 euros e incluso el cierre del local. El problema, como casi siempre, es que muchos responsables solo reaccionan cuando ya es tarde. El fuego enseña, pero también arrasa.

Por eso, la formación del personal es esencial. Saber usar un extintor no debería ser un “extra”, sino parte del protocolo. De igual modo que un monitor sabe corregir una sentadilla, debe saber dónde está el equipo de emergencia y cómo actuar si un foco se enciende tras una sobrecarga eléctrica o una chispa en una toma múltiple.

Además, conviene informarse bien. Las instalaciones deben cumplir con lo estipulado en el Código Técnico de la Edificación (CTE) y la normativa vigente en prevención de riesgos laborales. Y en este sentido, existen recursos muy útiles donde encontrar información sobre extintores, formación para el personal y soluciones adaptadas a cada tipo de empresa o actividad.

Un gimnasio entre brasas… y no es una metáfora

Lo paradójico del caso es que el gimnasio Low Fit se encontraba junto a un restaurante llamado Las Brasas. El fuego no entiende de ironías, pero esta vez pareció buscarlas. El nombre, tan revelador como inquietante, se ha vuelto viral en redes. Pero más allá del chascarrillo, lo que debe quedar en la memoria colectiva de Castilleja de la Cuesta y del sector del fitness en general es una lección seria: no se puede escatimar en seguridad contra incendios.

La imagen del gimnasio calcinado debería estar en todos los manuales de formación, en todos los despachos de gerentes que revisan presupuestos. Porque cuesta mucho menos un extintor que reconstruir un negocio. Y porque ningún cliente volverá tranquilo si sabe que, ante un humo repentino, no hay plan más allá de “sal corriendo”.

Hoy, Castilleja respira aliviada por no tener que lamentar víctimas. Pero también reflexiona. Y si no lo hace, será peor. El fuego ha arrasado, sí. Pero el olvido y la desidia son aún más peligrosos. Que no sea otro gimnasio el próximo en salir en las noticias.

La seguridad no se improvisa

Un gimnasio no es solo un lugar para entrenar el cuerpo. Es un espacio donde debe entrenarse también la cultura de la prevención. Extintores, alarmas, salidas señalizadas y formación del personal deben formar parte del mobiliario esencial, tanto como las pesas o las cintas de correr. Y cuando todo eso está en orden, entonces sí, se puede levantar hierro sin miedo a que el humo sustituya al sudor.

Hoy, el nombre de Castilleja de la Cuesta aparece en titulares por un incendio. Pero mañana, si se hacen bien las cosas, podrá hacerlo por haber aprendido de este susto. Que así sea.